Tras más de cinco siglos de dominación musulmana, reinaba en Castilla Fernando III el Santo cuando envió al infante D. Alfonso a conquistar el reino de Murcia.
Todas las medinas capitularon excepto tres, entre las que se encontraba Lorca.
Cuenta la tradición que en 1244, el 23 de noviembre, día de San Clemente, santo protector y patrón de la ciudad, tuvo lugar la conquista del alcázar lurkí. Las tropas del infante, según la leyenda junto con un “ejército” de carneros y ovejas, tomaron el castillo ayudados por un milagro obrado por la imagen Real que el futuro Alfonso X el Sabio trajo consigo en el armón de su caballo para su oratorio personal. Lorca pasaría desde ese momento a ser un bastión inexpugnable para la Corona castellana y la cristiandad europea durante 244 años.
La ermita que el santo tiene en el castillo, es el templo cristiano más antiguo conservado en Lorca y desde la Baja Edad Media existe una tradición popular de subir a la fortaleza del día 23 de noviembre para conmemorar la conquista y realizar solemnes oficios en honor al ínclito patrón de la ciudad.
La Lorca andalusí cayó realmente por capitulación, muy probablemente el 28 de junio, aunque por tradición se toma por cierto, que la entrega oficial del castillo tuviera lugar el día del santo protector del infante de Castilla, el 23 de noviembre día de San Clemente, iniciando entonces más de 700 años de devoción al tercer Papa de la cristiandad. Más tarde, en el siglo XVIII, Lorca cambiaría la advocación del patronazgo medieval de la Virgen del Alcázar a Virgen de las Huertas en recuerdo a ese evento histórico quedando en estrecha relación desde entonces con el rey Alfonso X las figuras de los patronos protectores de la ciudad: Santa María la Real de las Huertas y San Clemente, Papa y Mártir.